CLAROMECÓ Pesca artesanal: las dificultades de una actividad que este fin de semana tiene su fiesta

Este 7 de diciembre se celebra la fiesta de la pesca en la localidad costera de Claromecó, Tres Arroyos, como en cada apertura de temporada. Detrás del color de la celebración local, más orientada hacia el turismo, las familias que viven de este trabajo, fuertemente arraigado a la identidad local, enfrentan muchas dificultades para sostener su economía, conseguir las habilitaciones requeridas y tener garantizada la infraestructura que requiere la actividad. Un grupo de jóvenes de una secundaria local presentó en la última edición de Jóvenes y Memoria, el programa educativo de la CPM, un trabajo que indaga en estos problemas.
ANDAR en Claromecó
(Agencia Andar) Ahí pusieron el foco desde la Escuela Secundaria N°10 de Claromecó el equipo que este año participó del programa Jóvenes y Memoria, una propuesta de la Comisión Provincial por la Memoria en la que jóvenes de toda la Provincia investigan temas vinculados a una amplia agenda de derechos humanos desde una perspectiva local. En diálogo con ANDAR, Marina y Josefina, dos de las estudiantes que llevaron adelante la investigación, cuentan cómo fue ese proceso de conocer más sistemáticamente este quehacer que se funde con el paisaje de su pueblo.
“Al ser un balneario éste es un lugar muy turístico pero también muy pequeño”, describe Josefina y cuenta que a la hora de elegir el tema de su proyecto empezaron a indagar en diversos problemas de esta tensión entre el esplendor de la temporada y la vida cotidiana fuera de ella. “A la vez buscamos un tema que fuera parte de nuestra identidad”, agrega Marina y así surgió la pesca artesanal como un tema en el que encontraron una síntesis. Su trabajo fue presentado en el encuentro de cierre de la XXIV edición del programa Jóvenes y Memoria. Ahora quieren presentar su corto audiovisual Entre mareas y derechos en este fin de semana largo que se celebra la fiesta de la pesca artesanal para sumar la parte que queda oculta al turismo.

El equipo de investigación integrado por Josefina Marchini, Marina Videla, Benicio Lamberti, Joaquín Delgado, Ludmila Caparros Vallejos, León Bernal Luna y Antonella Peralta presentando su trabajo en Camet. Lo coordinaron las docentes Alicia Valladares, Daniela Diab y Manuela Murillo
En nuestro país no hay acuerdo claro en la definición de qué es la pesca artesanal y la pesquería de pequeña escala queda en un amplio parámetro que incluye desde la que se hace con métodos típicamente artesanales hasta la que se lleva a cabo con embarcaciones de esloras de hasta 13 metros. “Y nos dimos cuenta que el pescador que entra a mar y no pesca no cobra, y que hay muchas otras cosas que pasan ahí, muchas cosas por sortear porque el mar es una incertidumbre, trabajás con la naturaleza”, señala Josefina.
Descubrieron también un trabajo precarizado, y una gran cantidad de barreras que lo obstaculizan, desde las condiciones para conseguir la habilitación hasta la falta de infraestructura local para la conservación y distribución del producto. “Queremos dar a conocer nuestro trabajo en el marco de la fiesta para que se conozcan los conflictos que tienen, las dificultades de su actividad. Que la gente vea de dónde sale el pescado, cómo es el trabajo. La fiesta mueve un montón el turismo, mucha gente viene y consume pescado fresco en la temporada y nos parece un buen espacio para levantar la voz”, dice Josefina.
Las dos jóvenes señalan que todos sus entrevistados coinciden en los problemas comunes: la ausencia de prefectura en la zona durante todo el año, el tiempo que les lleva gestionar las habilitaciones sin una oficina local donde hacerlo, la falta de lugares adecuados para procesar y acopiar el pescado en Claromecó, y la consecuente la pelea por los precios con los camiones que vienen de Necochea y trasladan el producto hacia Mar del Plata. “Es mucho más fácil pescar que vender”, dice uno de los testimonios en su breve documental, y eso hace que el intermediario sea quien le termine poniendo el precio a su trabajo dependiendo de la saturación del mercado, porque competir con los barcos más grandes se les hace muy difícil y terminan malvendiendo su pesca.
La legislación tampoco acompaña a quienes se dedican a la pesca en esta escala y terminan excluidos por las exigencias en torno a las habilitaciones que les implica viajar a conseguir libretas y permisos de pesca. “Te piden muchas cosas”, “es todo burocracia”, “prefectura acá no aparece y tenés que viajar a cursos que hacen dos veces al año en Necochea y duran dos meses”, un tiempo que no pueden estar parados sin entrar al mar. Prefectura de hecho sólo se instala en Claromecó en la temporada y esa presencia no responde a la pesca sino a las actividades acuáticas recreativas de los turistas que llegan con lanchas y motos de agua.
Otra cosa que sucede en la temporada es que los corren de la bajada náutica que se encuentra en un lugar bastante céntrico del pueblo y los mandan a trabajar a las playas menos concurridas de Dunamar. “Por ese lado creemos que los tienen bastante escondidos, en temporada ni vas a ver barcos, cuando es una actividad económica re importante para el pueblo”, señala Josefina.
En la localidad hay alrededor de 6 u 8 lanchas activas en las que trabajan alrededor de 4 marineros en cada una, muchos trabajadores lo hacen en negro ante las dificultades de registrarse y casi todos tienen que complementar la actividad con otro trabajo. “No es algo masivo como en otros lugares pero no por eso no hay que dejar de reconocerles los derechos”, concluyen.
















