MEMORIA, ARCHIVOS Y DIFUSIÓN Mamá Mercedes: un registro de la historia vía postal

¿Cómo logró una madre ser enterrada con su hijo desaparecido? Los restos de Mercedes Lagrava se encuentran hoy junto a los de su hijo Atilio Martínez Lagrava en el panteón municipal Memoria Verdad y Justicia del cementerio de La Plata. Parte de la historia de esa búsqueda se puede ver a través de los archivos personales que se exponen en la muestra Antes y después de la ausencia: podemos contarlas, una exhibición realizada a partir del trabajo archivístico de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM) y que puede recorrerse en su Museo de Arte y Memoria ubicado en calle 9 #984 en La Plata.
ANDAR en La Plata
(Agencia Andar) Los restos de Atilio Martínez Lagrava fueron exhumados del Cementerio Municipal de La Plata a fines de 2009 y luego peritados por el Equipo Argentino de Antropología Forense, que comprobó su identidad. Desaparecido en junio de 1977, se supo que Atilio murió en octubre y sus restos fueron inhumados a fines de ese mes, según consta en el acta de defunción del Registro Civil de Berisso.
La historia de su búsqueda es una de las nueve que cuenta la muestra Antes y después de la ausencia: podemos contarlas, una producción de la Comisión Provincial por la Memoria a partir de su trabajo con archivos personales que fueron donados al organismo, entre los que hay material de mujeres familiares de desaparecidos que luego fueron referentes de la lucha por los derechos humanos como Nora Cortiñas, Chicha Mariani, Rosa Tarlovsky de Roisinblit. Apuntes, fotos, objetos, cartas y recortes de madres, abuelas y hermanas que buscaron y buscan y fueron dejando una huella están exhibidos ahora en el Museo de Arte y Memoria (MAM).
El de Mercedes es el único de los casos que integra la muestra que tiene un final de restitución de su hijo, aunque ella no haya llegado a conocer la respuesta en vida. El resto de las historias siguen sin encontrar un cierre.
Atilito
Pantalón gris franela. Pullover rojo obscuro cuello alto medio veteado rojo, mocasines marrones. Campera “Farquez”. En la oreja de costado 4 o 5 verruguitas.
Desde 1977, cuando Mercedes a los 68 años escribe en un papel las señas particulares de “Atilito”, su hijo más chico, hasta 1986 hay registros personales del periplo iniciado por esa madre que busca. Todo ese material compone su fondo personal bajo custodia y gestión de la CPM. Son siete unidades de conservación con más de cuatrocientos folios ordenados y catalogados que contienen información jurídica, unas 250 cartas personales, recibos postales, sobres, documentación relativa a los organismos de derechos humanos, recortes de prensa, publicaciones de organizaciones humanitarias, posters y láminas de eventos, entre otros registros. Su hija, Margarita Martínez Lagrava, donó esos papeles a la Comisión Provincial por la Memoria en 2002, iniciando un protocolo de donación para que fuese digitalizado y puesto al acceso público. También en la biblioteca del organismo están los libros que pertenecían al joven desaparecido.
Atilio desapareció mientras cumplía el servicio militar obligatorio. Ese día fue enviado a llevar un sobre por el jefe del Distrito Militar al Regimiento 7 y no se supo más de él. Tenía 24 años. Es uno de los 217 soldados víctimas de terrorismo de Estado en Argentina.
Una foto de su carnet de karate, otra de conscripto y papeles con su descripción rápida en letra manuscrita fueron las herramientas que iniciaron la búsqueda. Mercedes, esa madre viuda desde hacía 4 años y que sostenía su hogar administrando su kiosco cerca de la gobernación platense, trazó letra a letra su peregrinaje: aprendió a redactar habeas corpus y pedidos de audiencias a las autoridades, llenó formularios, presentó denuncias y sobre todo escribió cartas.
A lo largo de esos 11 años Mercedes fue dejando anotaciones, marcas, claves para descifrar alguna circunstancia: cuándo recibió una carta, cuando la contestó, sensaciones, frases, subrayados, flechas. Tejió una trama epistolar que amplió su búsqueda al mundo, que llegó a donde ella no podía y que continuó cuando ella por cuestiones de salud ya no salía tanto. Cartas para buscar respuestas, para hacer preguntas, para sostener correspondencia, avisos para mantener la memoria de Atilio presente.
Sus cartas también adquirieron con muchos y muchas destinatarias un tinte más personal: muchos presos y presas políticas, por ejemplo, la llamaban “mamá Mercedes”, y se escribía con distintos integrantes de organizaciones, asociaciones y grupos de lucha por los derechos humanos de diversos países que se preocupaban por su salud y le confiaban novedades familiares.
“El camino recurrente,
tremenda cruz sin calvario
no lleva a ninguna parte
tan solo a Plaza de mayo”
(fragmento de un poema de su autoría)
En esa trama epistolar lo doméstico y lo político dialogan al igual que lo personal y lo colectivo. Mercedes fue una integrante activa de las Madres de Plaza de Mayo. Su archivo deja constancia, por ejemplo, de varios hitos de ese trabajo colectivo: peregrinación a Luján el 7 de octubre de 1977, la de 1980, la presencia de la Comisión Internacional de DDHH en 1979, la visita a la Conferencia Episcopal Argentina en abril de 1980 para solicitar a los obispos que intercedieran ante las Fuerzas Armadas para conocer el paradero de sus hijos.
La guarda minuciosa de cada paso, de cada indicio, fue dejando el mapa de un camino recorrido y permite hoy seguir contando la historia. “No busqué otra cosa que ese encuentro con mi hijo Atilio César y hasta que no se produzca, no conozca la verdad, continuaré su búsqueda”, cierra una de sus cartas.
Mercedes murió en 1987. En 2012 su familia pudo enterrarla junto a su hijo y sus restos descansan juntos en el mausoleo Memoria Verdad y Justicia del cementerio municipal de La Plata. “(…) hoy volviste. No como yo quería, pero acá estás. Por supuesto, que nunca te fuiste de nuestros corazones. Ahora, simplemente, no estás más desaparecido. Una batalla más que ganamos las buenas personas”, decía el obituario para Atilio escrito por una sobrina al momento de la re inhumación de sus restos.