LA JUEZA FEDERAL VALORÓ EL MATERIAL AUDIOVISUAL APORTADO POR LA CPM “Picha” y las pruebas que llevaron al procesamiento del gendarme que hirió gravemente a Pablo Grillo

El cabo primero de Gendarmería Nacional Héctor Guerrero fue procesado por el delito de lesiones gravísimas agravadas por abuso de su función en carácter de miembro integrante de una fuerza de seguridad. En su resolución que dicta el procesamiento sin prisión preventiva del gendarme, la jueza federal María Servini de Cubría destacó, entre el gran caudal probatorio, el material audiovisual aportado por la Comisión Provincial por la Memoria que permitió identificar a Guerrero como autor del disparo que hirió el pasado 12 de marzo, en el marco de una manifestación pública, al fotorreportero Pablo Grillo, quien aún hoy continúa recuperándose de las graves lesiones ocasionadas por el impacto de una bomba de gas lacrimógeno. También se valoró el trabajo del Mapa de la Policía y las organizaciones querellantes.
ANDAR en la Justicia
(Agencia Andar) La resolución del Juzgado Criminal y Correccional Federal 1, a cargo de María Servini de Cubría, tiene 295 páginas y entre la prueba producida adjunta 16 fotogramas del registro fílmico que realizó la Comisión Provincial por la Memoria en el marco del monitoreo del despliegue de las fuerzas de seguridad en la manifestación del 12 de marzo, tarea que cumple en su rol de Mecanismo Local de Prevención de la Tortura.
En la reconstrucción del hecho que hace la jueza federal, el material aportado por la CPM fue decisivo para identificar al Gendarme que, en todos los registros del día, se ve disparando contra los manifestantes. En ese sentido, las filmaciones de la CPM no sólo registran de manera precisa el momento del disparo sino que, además, permitió registrar signos distintivos en el uniforme del autor de los disparos, especialmente la inscripción “Picha” en el casco, en alusión al pueblo de Salta donde nació el ahora cabo primero de Gendarmería Nacional Héctor Guerrero.
El 12 de marzo las fuerzas federales, en el cumplimiento de la orden del Ministerio de Seguridad de Nación de despejar las calles frente al Congreso, desataron una brutal represión que culminó con al menos 672 personas heridas y 114 detenidas. En ese despliegue represivo, el fotorreportero Pablo Grillo recibió un disparo de bomba lacrimógena en la cabeza. La CPM presentó una denuncia penal por los hechos represivos, ese expediente se acumuló a la causa en trámite por las lesiones sufridas por Pablo Grillo que motivaron ahora el procesamiento del Gendarme.
A lo largo de las 295 páginas de la resolución, tomando el extenso registro fílmico y fotográfico -entre ellos el aportado por el Mapa de la Policía- y la pericia de reconstrucción de los disparos, la Justicia reconstruyó de forma precisa, en orden cronológico, los hechos investigados con imágenes de los disparos y acciones tácticas por parte de las fuerzas federales en conjunto, identificando a los agentes.
Con ese caudal probatorio, la jueza federal Servini de Cubría concluyó que Guerrero disparó en seis oportunidades; el cuarto disparo fue el que ocasionó las graves lesiones a Pablo Grillo; es decir que el gendarme siguió disparando luego del brutal ataque. La resolución también asegura que todos los disparos realizados por Guerrero fueron en ángulo horizontal, por fuera de los protocolos para la utilización de este tipo de armas menos letales que establecen que los disparos deben hacerse con un ángulo de 45 grados hacia arriba.
En el caso específico de las granadas de gas lacrimógeno disparadas mediante pistolas lanza gases, las regulaciones internacionales establecen que su uso debe limitarse a la dispersión de grupos que representan una amenaza grave al orden público y siempre respetando condiciones estrictas de seguridad. Estas armas deben ser disparadas en un ángulo elevado a fin de evitar el impacto directo contra las personas. Nada de eso ocurrió el 12 de marzo: Guerrero disparó de manera horizontal de frente y de manera directa contra los manifestantes que no representaban ninguna amenaza para el orden público.
La resolución subraya además que el imputado no era un novato: “Guerrero no se trata de un efectivo inexperto, sino que formaba parte de la primera sección de GNA y tenía diez años de servicio al momento de los hechos”. Además, ejercía funciones como instructor de tiro y había aprobado cursos específicos sobre el uso de la fuerza y el cumplimiento de la ley.
Sobre las lesiones sufridas por Pablo Grillo, las pericias médicas incorporadas en la causa son contundentes: el informe declara que se trata de lesiones “graves y gravísimas y que las mismas pusieron real y concretamente en riesgo la vida de la víctima”. Y agrega la jueza federal: “Pablo Nahuel Grillo continúa en proceso de rehabilitación de las mismas, habiéndosele practicado distintas cirugías y estando internado en terapia intensiva en distintas oportunidades”.
Finalmente, Servini de Cubría también incorpora en su resolución los expedientes administrativos elaborados por la misma Gendarmería Nacional, en ellos queda en evidencia la responsabilidad política por los hechos represivos ocurridos aquel día, fueron los funcionarios del Comando Unificado quienes dieron la orden “de avanzar y despejar, en forma gradual con la finalidad de disuadir y que depongan la actitud los manifestantes, consecuentemente se ordena el uso de las Escopetas con munición de estruendos y al no deponer la actitud de los manifestantes y con la finalidad de cumplir con la insistente orden del Comando Unificado de avanzar y despejar, progresivamente se utiliza por parte del personal de la Sección Empleo Especial, Armas de Fuego No Letal”.
El mismo expediente administrativo se cerró sin tomar ninguna medida de sanción con los gendarmes involucrados en la represión. Para el comandante principal Jaime Abel Bravo, quien realizó la instrucción administrativa, los agentes utilizaron las armas de fuego no letal “de manera proporcional, progresiva y racional”. Y señaló que el “Cabo 1ro Héctor Guerrero, a mi criterio, actuó del mismo modo que sus camaradas, conforme lo determinan las órdenes y directivas vigentes y entiendo que en ningún momento el efectivo pretendió dañar a persona alguna”. La versión de Gendarmería no sólo exculpa a Guerrero por las lesiones sufridas por Pablo Grillo sino que, incluso, intenta cargar la culpa sobre el fotorreportero por “asumir el riesgo de colocarse en la línea de tiro entre los gendarmes y los manifestantes.