Restos óseos en el predio del ex CCD La Perla: “los hallazgos son un rayo de luz en estos años de intensa búsqueda”

En el marco de la causa por enterramientos clandestinos, el Equipo Argentino de Antropología Forense halló restos humanos en el predio donde funcionaban el centro clandestino de detención, tortura y exterminio La Perla y otros destacamentos militares de la provincia de Córdoba.
ANDAR en Córdoba
(Christian Madia para Andar) En 1979, con la llegada al país de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, los militares genocidas que actuaban en el centro clandestino de detención, tortura y exterminio (CCDTyE) La Perla, en la provincia de Córdoba, comenzaron a remover con máquinas retroexcavadoras las fosas clandestinas ubicadas a cuatro kilómetros de distancia, dentro del mismo terreno, conocido como “Loma del Torito” en La Calera. Poco tiempo después, se tomó una fotografía aérea, la cual permitió al equipo de geólogos de la Universidad de Río Cuarto (perteneciente al Equipo de Geología Forense) precisar la zona donde había sedimentos alterados por remoción de cadáveres con palas mecánicas. Así, se delimitó la búsqueda realizada por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) que se inició el pasado 16 de septiembre, logrando rápidamente encontrar restos óseos (un fémur y varios cráneos). La identificación de estos huesos llevará alrededor de siete meses, una vez finalizadas las excavaciones y el rastreo de la zona. Pero lo auspicioso es la alta probabilidad que existe de que lo encontrado sea el comienzo de una serie de hallazgos en dicha zona.
La Perla funcionó como CCDTyE entre marzo de 1976 y diciembre de 1978. Ubicada dentro de La Calera, una guarnición militar de 14.000 hectáreas, a 19 km de Córdoba capital, La Perla ocupa tan solo 4 hectáreas dentro de ese inmenso terreno. La zona del hallazgo se encuadra en un total de 10 hectáreas. La Perla chica y el Grupo de Artillería 141 José de la Quintana también fueron otros dos CCD que funcionaban en el terreno, pero que constituían lugares de tránsito, donde las personas secuestradas eran interrogadas bajo tortura y luego derivadas a otros sitios, como la propia Perla, por donde se estima que pasaron entre 2.500 y 3.000 detenidos desaparecidos.
En diálogo con ANDAR, María Noel Tabera, trabajadora y responsable del Espacio para la Memoria y la Promoción de los DD.HH. ex CCDTyE La Perla, cuenta que el hallazgo de los restos son fruto de años de trabajo del EAAF a partir del cruzamiento de testimonios de lugareños, como es el caso del obrero rural José Julián Solanille, quien declaró por primera vez ante la CONADEP (Comisión Nacional Sobre la Desaparición de Personas) en 1984 y en el Juicio a las Juntas en 1985. Solanille fue testigo de los asesinatos en fosas comunes e incluso presenció fusilamientos masivos donde estuvo presente el genocida, por entonces general de División, Luciano Benjamín Menéndez, a quien apodaban “la hiena de La Perla”.
María Noel agrega: “hace 10 años el territorio se declaró reserva natural de la defensa La Calera, ya que estas 14.000 hectáreas son, además, el pulmón que permite respirar a cuatro ciudades: Carlos Paz, la misma Calera, Córdoba y Malagueño. Por este motivo sigue siendo un lugar esencial de conservación y preservación, tanto por la memoria histórica como por la ambiental”.
Hace poco tiempo el gobernador de Córdoba, Martín Llaryora, anunció la pavimentación de un camino de 8 kilómetros en esa reserva natural. Martín Fernández, integrante de la Mesa de Trabajo por los DDHH de Córdoba y de la Comisión Comunal de la Memoria de Villa Ciudad Parque, cuenta que pudieron frenar esa iniciativa gubernamental ya que, por un lado, ese mismo camino fue utilizado para trasladar a detenidos desaparecidos en camiones Unimog del Ejército durante la dictadura y, por otro lado, por el resguardo del terreno en el marco de la causa judicial por “averiguación de enterramientos clandestinos”.
La causa tramita en el Tribunal Federal N°3 de Córdoba, a cargo juez Miguel Hugo Vaca Narvaja, que ordenó las medidas de excavación en el lugar. Sólo transcurrieron cinco días de comenzado el trabajo del EAAF cuando se produce el primer descubrimiento de restos dispersos. “No son articulados en un cuerpo, por lo cual no se puede hablar de una fosa común, pero sí de un rayo de luz en estos años de intensa búsqueda”, señala María Noel.
Como parte de la querella en dicha causa están los familiares de víctimas que pasaron por La Perla, como es el caso de Alba Camargo. Su padre, Armando Camargo, y su mamá, Marta Bértola de Camargo, militaban en las Brigadas Rojas, que dependían de la Organización Comunista Poder Obrero (OCPO). Ambos fueron secuestrados en el barrio Talleres Sud de la capital cordobesa, el 23 de julio de 1976 y trasladados a La Perla. Misma suerte corrieron su tía materna: Susana Bértola de Berastegui y su esposo Juan Carlos Berastegui, militantes del Movimiento Espartaco, secuestrados horas antes y llevados al mismo CCD.
Alba destaca la intervención del EAAF y resalta la lucha de los familiares que comenzaron ese camino de búsqueda muchos años atrás: “venimos exigiendo una ley de búsqueda. Si ésta ley existiera, no habría necesidad de ser nosotros quienes aportemos las pruebas a la justicia de dónde, cómo y de qué manera ocurrieron los hechos. Empezamos en el 2024 a conversar con geólogos para avanzar en la búsqueda de los restos de nuestros seres queridos”.
Alba Camargo dice estar muy esperanzada: “ojalá se encuentre la mayor cantidad posible, no sé si serán mis familiares, pero igualmente la lucha va más allá de la familia de uno. El hecho de que se materialice es un profundo alivio, porque es la prueba fehaciente de que lo dicho durante tantos años por las familias es verdad”.
Al respecto, María Noel concluye: “aquella pregunta que tiene casi 50 años: ‘¿en dónde están?’, en un primer momento las Madres y Abuelas la pronunciaban casi en forma clandestina durante la dictadura. Hoy le encontramos una respuesta a partir de estos hallazgos y la búsqueda inclaudicable de familiares que se constituyeron como querellantes en abril de este año en la causa. También es un desafío encontrar nuevas preguntas para que interpelen a las nuevas generaciones y les permitan pensarse como parte de una trama común, que no son ajenos a esta historia y que tienen, en este tiempo que les toca, un lugar desde donde pensarse a sí mismos y reflexionar acerca de qué país sueñan construir”.