A 4 MESES DEL ASESINATO DE NAZARENO Y AGUSTÍN Todos los caminos conducen a la policía
El 30 de julio, Nazareno y Agustín fueron acribillados arriba de la moto; se encontraron once vainas 9 mm, nueve de esas balas dieron en los cuerpos de los jóvenes. Desde el primer momento, la familia de los chicos denunció que se trató de otro caso de gatillo fácil. Cuatro meses después, las irregularidades en torno a la investigación del crimen y la participación de la policía parecen cada vez más evidente, mientras tanto la instrucción judicial avanza lento. “Pasaron 4 meses, 122 días, y cada día es peor. Uno se va acostumbrando a vivir con ese dolor, también a no rendirnos y buscar la verdad y la justicia”, dijo Mariana Sánchez, mamá de Nazareno.
Andar en Merlo
(Agencia) “Siento que todo es muy lento, que hay versiones contradictorias y que no cierran, que la misma policía que podría estar involucrada es la que investiga”, enumera Mariana. Hay dos chicos muertos en la calle, muertos con balas de arma de fuego que coinciden con el calibre usado por las fuerzas de seguridad, la policía controla la escena, aparece una mochila junto a uno de ellos, los vecinos no quieren hablar por miedo, las madres se enteran de todo ocho horas después, la fiscalía recién ordena medidas de prueba un día después del hecho, la versión oficial, es decir, de la policía, dice que eran dos motochorros.
Demasiadas irregularidades juntas no parecen posibles, sin embargo lo es. Y sucede siempre cuando que hay agentes de las fuerzas de seguridad involucrados. “Mientras velábamos a los chicos, en los medios de comunicación dicen que eran delincuentes. Nosotros todavía no podíamos creer lo que pasó y salen a difundir eso cuando todo hace prever que la policía está involucrada”, agrega Mariana.
Aquella madrugada del 30 de julio los dos chicos volvían en la moto de Agustín de la casa de su padre -donde habían estado jugando a la playstation- cuando fueron acribillados en el cruce de las calles Garay y Navarro. Agustín tenía 5 balazos en el cuerpo, Nazareno 4. Uno murió en el acto, el otro antes de que llegue la ambulancia. “Ellos no estaban haciendo nada malo, sólo iban en una moto. Les dispararon en movimiento, quien lo hizo sabía cómo usar un arma”, dice Simón, amigo de Nazareno. “Lo único que sabemos es que de 11 disparos, 9 impactaron en el cuerpo de los chicos; o sea, hay una precisión en los disparos que sólo puede ser de un agente de las fuerzas de seguridad”, agrega Matías.
Desde el primer día, los familiares y amigos denunciaron que se trató de un caso de gatillo fácil. A la par que, desde la policía de Merlo, se alimentaban otras versiones, una contradictorias con otras. Se dijo que los asesinos iban arriba de un auto Clio que huyó de la escena, que en ese momento la policía recibió la denuncia del robo de una mochila por parte de dos motochorros, después que era sólo uno. Las patrullas de la Comisaría 1ª de Merlo fueron las primeras en llegar a la escena del crimen, en esa circunstancia aparece una mochila al lado de la moto; a pesar de que los dos jóvenes estaban identificados, se demoran muchas horas en avisarle a las familias. “Dicen que el robo está filmado por las cámaras pero, cuatro meses después, no nos mostraron nada. Y en todas las cámaras cerca del lugar no se ve nada”, explica Mariana.
Cuatro meses sin respuestas y cada vez con más preguntas, dudas, la evidencia de las irregularidades parecen confirmar la participación de la fuerza de seguridad en el caso; en paralelo, son las mismas familias las que tienen que ponerse la investigación al hombro, mantener el reclamo de justicia para que los chicos no se olviden.
“Fuimos a hablar con los vecinos, sólo una mujer nos dijo que había escuchado todo, que era imposible que nadie haya visto nada pero que no hablan por miedo. ¿Miedo a qué? ¿a quién?”, se pregunta Mariana, y continúa el relato: “Nos dice también que, en todo momento, estuvo la policía controlando el lugar, haciendo los primeros trabajos de investigación. La fiscalía manda la orden para revisar las cámaras y testimoniales recién un día después. Incluso, me confiesan que no pueden estar seguro de lo que hicieron los policías durante ese tiempo”.
En estos momentos, las familias de Nazareno y Agustín tienen muy pocas certezas de la causa: hay pericias sobre las armas de policías sobre las que no le han comunicado nada, tampoco tuvieron acceso el identik confeccionado a partir del relato de un testigo. Mariana cuenta que pidieron que la Policía Bonaerense sea apartada de la investigación, pero se lo negaron. En la última semana, hubo desplazamientos en la Comisaría 1ª aunque dicen que no está asociada a este hecho, las familias dudan.
El dolor y la lucha por justicia
“Me dan ganas de llorar todo el tiempo, cuando veo una foto de Nazareno o cuando me paró a fumar un pucho donde nos juntábamos antes de ir a trabajar”, dice Simón. Él, Matías y Jazmín, los tres amigos de Nazareno, participaron del XVI encuentro de Jóvenes y Memoria. El trabajo Los chicos del fondo que presentaron en #Chapa2017 no es sólo un proyecto sino un pedido de justicia y una muestra de solidaridad con las madres de los chicos. Ellos forman parte de ese reclamo que se construye en las calles.
“Cada vez que hacemos una marcha, vemos un gran despliegue para proteger la comisaria. Sabemos que hay policías de civil entre nosotros. La provocación es constante, tenemos patrulleros que paran en las puertas de nuestras casas, que le piden documentos y papeles de la moto a los compañeros de Nazareno. Desde el primer momento, cuando salían a pegar un folleto con la cara de los chicos, la policía los amenazaba y les decía que ‘si seguían iban a tener que salir a pedir justicia también por ellos’. Todo no hace más que reafirman nuestra sospecha”, expresa Mariana.
Los amigos, sin embargo, siguen en la calle a pesar del hostigamiento. “Seguimos esperando a nuestro amigo; sabemos que no va a volver, pero queremos que se haga justicia”, dice Jazmín. “Nosotros seguimos también por la mamá”, agrega Simón. Mariana fue una de las más de 500 familiares víctimas de violencia institucional de todo el país que participó del encuentro realizado por la Comisión Provincial por la Memoria en Chapadmalal el fin de semana pasado.
“Sentí que me entendían, que sólo con un abrazo alcanzaba, que sólo ellos, como víctimas, pueden entenderte. Al mismo tiempo, encontrarte con mucha gente en la misma situación, te demuestran que no estamos solo, eso que parece poco y que para nosotros es mucho”, cuenta Mariana sobre el encuentro. Y agrega: “Esa compañía y solidaridad también ayuda para que de a poco se nos vaya la tristeza, nos enseña a vivir con esto a no rendirnos y buscar la verdad y la justicia con lucha”.
Los amigos en Jóvenes y Memoria, la mamá en el encuentro de familiares saben que sólo la organización puede quebrar la impunidad y llevar algo de justicia.