ENTREVISTA CON ANDREA CASAMENTO La mujer de la fila: “algún día los presos van a salir y es hora de pensar qué les ofrecemos para vivir en comunidad”

Cuando su hijo cayó preso por un delito menor que además no había cometido, Andrea Casamento conoció los pliegues más perversos del sistema penal. Ingresó a un mundo desconocido en el que supo encontrarse con otros, construir nuevos vínculos y ser parte de una causa de esas que pelean por un mundo mejor. Ahora su historia se estrena en forma de película.
ANDAR en el cine
(Agencia Andar) “No es mi vida lo que se está mostrado con el nombre de Andrea: es algo que le sigue pasando a miles y miles y miles de mujeres hoy”, dice Andrea Casamento, la mujer cuya historia inspiró La mujer de la fila, la última película de Benjamín Ávila protagonizada Natalia Oreiro que se estrena esta semana.
Andrea no cree que su vida sea extraordinaria aunque los giros en su historia la hagan parecer guionada y su actitud frente a las cosas que le fueron pasando la hayan llevado a lugares extraordinarios. Ella es hoy la coordinadora de la Asociación Civil de Familiares de Detenidos (ACiFaD), un espacio que contiene a quienes quedan del otro lado de los muros acompañando a una persona cuando cae presa. Un mundo que es mayoritariamente de mujeres.
En la película Natalia Oreiro es Andrea y muchas de las mujeres de la fila son integrantes de ACiFaD. Al llegar al set el director les dijo “ustedes nos van a enseñar a nosotros cómo es la fila y que es lo que pasa” y hay escenas en las que pudieron actuar de sí mismas. “Las compañeras tuvieron la oportunidad en esta larga condena de verse sintiendo que no eran ellas en ese lugar. Cuando hacían la fila sus bolsas no pesaban porque adentro había utilería y pudieron jugar y soñar que esto nos les había pasado, que no eran sus cuerpos los que pasaban la requisa. Pudieron por un rato sentir ese alivio; era como si otro estuviera poniendo el cuerpo por vos y eso fue maravilloso”, describe Casamento.
“También hay otra escena que están en lo que era el living de mi casa, que fue así el principio de ACiFaD, después empezamos a juntarnos en un bar y después conseguimos un espacio. Y en esa escena las mujeres que hablan y cada una cuenta lo que le pasa somos nosotras, es como cualquier encuentro y lo que cuentan es su realidad, nadie les dio letra”, agrega.
El universo que rodea la cárcel requiere sensibilidad y una empatía más allá del prejuicio. Ése es un poco el camino que aprendió Andrea en su vida y es una cercanía que -de acuerdo a las críticas y la sensación de las involucradas- marca el clima de la película. Una forma de involucrarse que se logró con años de trabajo en la pre producción. “En el 2017 di una charla TED a partir de la que me entrevistaron en el programa de radio de Andy Kusnetzoff y él me dijo ‘pero tu historia es de película’. Después de esa nota me llama un chico, un productor, y me dice que es para hacer una peli. Yo pensé que era algo casero, de estudiantes de cine, y le dije que sí. Bueno, ese proceso duró 7 años. Apareció Benjamín Ávila con su mirada social y su sensibilidad, la convocó a Natalia Oreiro y ella pasó mucho tiempo con nosotras, ahí lo que se decidió también es que la peli tuviera un tinte más testimonial y así entremos nosotras. Porque me parece importante porque cuando decimos ‘dar voz’ no es hablar con otros y contar, acá hay mujeres que pusieron su cuerpo y su palabra en cada escena”, cuenta Andrea.
Y esas mujeres se reconocieron en el resultado, pero también le dan un sentido al cine como herramienta para trascender las fronteras que delimitan su mundo. “Hace bien saber y sentir que no estás sola, que no sos mala, que no hiciste mal las cosas, que a otros también les pasa. Lo que hace esta película es habilitarte a contar algo que te pasa y que se vive como un secreto en el trabajo, en el barrio, frente al miedo al prejuicio, habilita a poner palabra y te da mucha fortaleza poder contar lo que te pasa”, asegura Andrea.
La película cierra con un QR que direcciona a las redes de ACIFAD de modo tal que a quien se le despierte la curiosidad sobre el tema, quiera ser voluntario o involucrarse de alguna manera pueda contactarse. “También si querés compartir lo que sabés, porque no tenemos la verdad revelada, esto es como una ruta para que lleguen más fácil”, señala Andrea.
También es una historia que propone un desafío: invitar a que más gente piense y mire la cárcel. “Porque las cárceles hoy no insertan a nadie, no incluyen a nadie y es una ilusión pensar que son dos mundos diferentes y que no nos incluyen ni siquiera a nosotras. No sólo porque te puede pasar sino porque algún día los presos van a salir y es hora de que podamos pensar qué es lo que les ofrecemos para obtener el resultado esperado que es que todos podamos vivir en comunidad”, cierra Andrea.