La crisis sanitaria en el encierro: “acá ya me dijeron que es imposible que me den las cosas que necesito”

“La desatención de la salud en las cárceles agrava más los padecimientos y produce muertes evitables”, dice Elsa Pavón, integrante de la CPM, en la presentación del informe anual 2025 El sistema de la crueldad XIX. La situación es conocida las autoridades provinciales, por los funcionarios judiciales e incluso por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que dictó medidas cautelares para que se garantice el acceso a la salud de las personas detenidas. El caso de Gonzalo, relevado en el informe 2025, una muestra del abandono que sufren las personas con padecimientos de salud en el encierro.
ANDAR en el encierro
Gonzalo tiene una sonrisa triste. Es parapléjico, usa pañales y sonda. Y está en un pabellón de la Unidad Penal 9 del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB). “Es una lucha, se hace difícil, solo me puedo bañar una vez por semana. Se me atrofian las piernas, así me lo dijeron en el Hospital Posadas y el informe lo tiene el juzgado, el Servicio Penitenciario me dice que no me puede dar lo que necesito. Esta es la única Unidad que me recibió, pasé por siete unidades. Así comenzó su relato este joven, al ser entrevistado por la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), que interviene en la causa en su carácter de Mecanismo Local de Prevención de la Tortura.
“Es complicado el tema de mi salud, mi mamá me trae la sonda y los pañales pero está lejos y grande, se le complica venir desde El Palomar”. Gonzalo habla bajito en su diminuta celda, donde carece de los aparatos para poder pararse y un corset para su escoliosis grave. “En mi casa tengo todo, mi pieza es como un centro de rehabilitación, pero como todo tiene fierros acá no me dejaron entrar nada. Acá me quise pasar a una silla, me caí y me quebré el fémur. Cuando tengo una infección urinaria no tengo tratamiento. Necesito inyección por venas y acá no me lo hacen. Tuve escaras, ni crema tiene acá para eso. Lo resuelvo con mi mamá, pero ella hace dos meses que no puede venir”.
Gonzalo muestra una sonda y dice: “Esto se usa y se tira y yo la tengo que usar ocho veces al día, porque mi mamá me trae una caja y la tengo que cuidar”. Lo único que puede hacer es estar acostado, por la falta de rampas no puede hacer actividades, y quienes lo cuidan son sus compañeros, los otros internos.
“Necesito un corset para la espalda porque no tengo estabilidad, no puedo ni siquiera estar sentado porque me caigo, las valvas para las piernas, las sondas y los pañales, además de alguien que me asista para ir al baño”. Nada de eso tiene Gonzalo en la Unidad 9. Y agrega: “Me hago encima y a veces estoy días y días sin poder cambiarme, tendría que estar en mi casa donde tengo todo, acá ya me dijeron los de Sanidad que es imposible que me den las cosas que necesito, ni medicaciones me dan”.
La crisis sanitaria en el encierro es denunciada por la CPM desde hace años y viene solicitando que la salud pase de la órbita del Ministerio de Justicia al Ministerio de Salud para integrarse a los programas y políticas sanitarias de toda la provincia.
La Dirección de Salud Penitenciaria y el Servicio Penitenciario Bonaerense no puede garantizar la asistencia de Gonzalo en el encierro y la justicia se desentiende de su responsabilidad. “Estoy en la lucha, hice un pedido de prisión domiciliaria pero me la rechazaron”, dice. El argumento del juez para negar el beneficio del arresto domiciliario para Gonzalo fue el peligro de fuga, casi un insulto tratándose de una persona con su motricidad anulada.
El rechazo a las medidas morigeratorias es la norma en el sistema penal: en el informe anual 2025 El sistema de la crueldad XIX, la CPM relevó que los juzgados provinciales de ejecución penal denegaron 8 de cada diez solicitudes de morigeración de la pena, y el 83% de los pedidos de prisiones domiciliarias.

















