A 11 AÑOS DE SU MUERTE Carlos Cajade, la bandera de los pibes que aún pelean por sus derechos
Cajade fue integrante de la Comisión por la Memoria de la provincia de Buenos Aires y referente de varias organizaciones. Su militancia siempre estuvo ligada a la manifestación social en pos de un país que contenga a los pibes y las pibas cuyos derechos continúan siendo vulnerados. Este 22 de octubre, al cumplirse 11 años de su partida, su figura continúa vigente.
ANDAR en las memorias
“En condiciones tan inhumanas, el hombre se hace salvaje”
Carlos Cajade. Cárceles del exterminio, La Pulseada nº 36
(Agencia) Se hizo grande en las calles con los pibes que no tenían una casa donde dormir. Se fortaleció denunciando la situación de los que están encerrados en las cárceles y de los que son sistemáticamente privados de sus derechos. Creció dando impulso a la voz de los jóvenes que continúan reclamando por un presente que los incluya. Es por eso que Carlos Cajade es hoy el símbolo principal de lucha por los derechos de los pibes y las pibas. Porque él siempre eligió que el sentido de su militancia y su fe estuviese puesto al servicio de los más humildes, de los que sufren las consecuencias de las políticas neoliberales, de desempleo y miseria, y de los jóvenes de los barrios que sienten en el cuerpo la violencia de las fuerzas de seguridad.
Fue esa visión la que lo llevó a integrar la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), ser Secretario de Derechos Humanos de la CTA en la provincia de Buenos Aires y fundador del Foro por los Derechos de los Niños. Desde la CPM denunció un sistema de exclusión que continúa vigente en la represión, la tortura y la muerte. Un sistema que sigue dejando en evidencia la ausencia de verdaderas políticas de promoción y protección de los derechos de la infancia, en tiempos donde las políticas de mano dura tienen cada vez más popularidad.
En los barrios
El 24 de marzo de 1986 -“a 10 años del terror”, como solía decir-, Cajade fundó el Hogar de la Madre Tres Veces Admirables para pibes que no tenían una casa donde vivir. Esa Obra que empezó con tres casitas en el medio de un descampado en el corazón de Villa Garibaldi, fue creciendo hasta convertirse en una red de emprendimientos sociales y productivos que brindan contención a más de 400 pibes.
Hoy esa red está en emergencia porque el presupuesto no alcanza y se hace cada vez más difícil sostenerla. En la última revista de La Pulseada -emprendimiento comunicacional impulsado por Cajade- se publicó una nota sobre esta situación que mantiene preocupados a sus educadores, como también a los más de 15 mil trabajadores de niñez que sostienen 900 espacios barriales en la provincia de Buenos Aires, para brindar contención a pibes y pibas a los que la ley de protección todavía no les ha llegado.
“Para colmo este año la Casa de los Bebés está funcionando sólo tres veces por semana porque el dinero no alcanza: las trabajadoras están cobrando sólo 2.500 pesos más un plus de 500 pesos que se paga a veces según el dinero que entra a la Obra así que les damos la posibilidad de que dos veces por semana puedan tener otro trabajito” cuenta Isabel Benítez Ozuna, quien coordina el espacio hace 16 años, en la nota “El país desde las casitas de Cajade”.
En relación a esto, un reciente estudio de UNICEF señaló que “el 30% de las chicas y chicos de entre 0 y 17 años que vive en Argentina es pobre y un 8,4% es extremadamente pobre”, en ese contexto gran parte de familias realiza una demanda inmediata al Estado para garantizar sus condiciones materiales de vida.
En junio de este año el gobierno de la provincia, por una presunta redistribución de los fondos destinados a la alimentación escolar, redujo el 30 por ciento de los cupos para los comedores escolares de todos los distritos bonaerenses. Ante la presión de los docentes y las organizaciones sociales, el gobierno se comprometió a mejorar la dieta alimentaria de los comedores sin dar muchas precisiones sobre las medidas que se implementarían a fin de responder a esta demanda. Lo concreto es que en los barrios se multiplican las ollas populares y los comedores barriales, en donde antes funcionaban espacios de recreación y actividades culturales.
En las cárceles
La situación de vulneración se agrava en lxs pibxs que se encuentran en contexto de encierro. De acuerdo con el último informe de la CPM, el régimen penal juvenil aloja a 600 jóvenes en dependencias que tienen una capacidad de alojamiento declarada para 251 personas. Solo el 11% de los pibes tienen sentencia.
Asimismo, los menores de 30 años representan el 66% de los detenidos en la provincia de Buenos Aires, que a fines de 2015 alcanzó un record histórico con una población total de 39.927 personas. “La sobrepoblación del sistema penitenciario surge, entonces, como una característica del encarcelamiento masivo y selectivo de jóvenes pobres”, señala el Informe Anual 2016.
Pese a la sanción de las leyes 13.298 y 13.634 y la derogación del decreto-ley 10.067/83, en la actualidad se constata la existencia de una práctica naturalizada de alojamiento –incluso momentáneo o provisorio- de niñas, niños y adolescentes en dependencias de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, que permanecen ajenas a los controles de legalidad judicial y de los operadores destinados a garantizar el interés superior del niños.
Cajade luchó por los derechos de estos pibes y aquellos que de adultos vuelven a ingresar al sistema penal en los que reconocía a tantos otros que vivían con él en el hogar de niños. En ese camino, formó parte de la primera inspección del Comité Contra la Tortura en la Unidad 21 de Campana junto a su compañera religiosa Martha Pelloni, el ex fiscal Hugo Cañón, el actual secretario de la CPM, Roberto Cipriano García, y otros miembros de la institución. “Fue impactante esa visita a la cárcel: ver gente joven encerrada en una celda, y muchos pedían por favor agilizar el expediente, porque eran todos expedientes dormidos”, recuerda Martha Pelloni, que integra la CPM hasta la actualidad.
En las esquinas
Agustín Olivera, Oscar Aredes, Roberto Argañaraz, Omar Cigarán, Mauricio Andrada, Ismael Perusato, Kiki Lezcano, Lautaro Bugatto, Luciano Arruga, Víctor Balsa, Juan Martin Yalet, Miguel Bru, Marcelo Bogado, Damián Sepúlveda, Federico Taja, Miguel Ángel Durrels, Franco Almirón, Mauricio Gabriel Ramos, Sebastián Nicora, Gabriel Blanco y tantxs otrxs víctimas de una policía que lejos de cuidarlos, los persigue y los mata.
Cajade es bandera de lucha de aquellos pibes que aún siguen reclamando por sus derechos y por la plena implementación de la ley de protección integral. Es también símbolo de memoria de esxs pibxs ultrajados y asesinados por las fuerzas del Estado bajo la única condición de ser pobres.
Zapatillas y visera, esa es la cuestión. Los pibes de los barrios, estigmatizados como el peligro social, son torturados y asesinados por las fuerzas de seguridad demostrando que el Nunca Más de hoy es el Ni un pibe menos. La violencia institucional es hoy la principal preocupación de los organismos de Derechos Humanos. La policía, la gendarmería o prefectura le disparan impunemente a niñxs de 10 años que bailan en una murga en una villa del Bajo Flores. Secuestran, torturan y someten a simulacros de fusilamiento lxs pibxs que, conscientes de sus derechos salen públicamente a denunciarlo. Que lejos de permitir que todo siga o igual –o peor- se enfrentan a este Estado que les reprime para exigirles que les garantice sus derechos, algunos tan básicos como la vida. Ese es el legado de Carlos Cajade, la denuncia y la voz en alto de los silenciados.
Frente a esos contextos de vulneración de derechos Cajade resulta una figura necesaria para seguir pensando en políticas de inclusión social, que busquen proteger e incluir a lxs niñxs y jóvenes en lugar de expulsarlos y criminizarlos. La ecuación es tan simple como volver a pensar las estrategias desde el Estado o, ante la ausencia de éste, de la propia comunidad para que lxs pibxs que viven en los barrios periféricos de la ciudad tengan, entre otros derechos, la posibilidad de tener un plato de comida todos los días.